viernes, 20 de abril de 2012

1. El Ignorante no nace, se hace


Nací sabiendo lo básico para sobrevivir y crecí aprendiendo, estudiando, observando...

Aprendí montones de juegos y deportes, cada uno con sus reglas, y si alguien se las saltaba se le decía “¡eso no vale!”, con una fuerza e indignación tremenda, se cortaba el juego y no se hacía nada hasta que todos nos poníamos de acuerdo en qué pasaba a continuación....

Me enseñaron a defenderme por mí mismo, a buscar alternativas ante los problemas, y a pedir ayuda si la necesitaba...

A tener una moral ante la vida, a tener una conciencia, a pensar en los demás...

Luego me hice adulto teniendo muy claro que si nuestros padres nos dieron todo lo que ellos no pudieron tener, nosotros haríamos lo mismo por nuestros hijos...


Ahora que todo está cambiando, siento como mi bagaje de conocimientos se va diluyendo, y todo lo que tenía claro se va volviendo oscuro... Voy comprobando como me de-construyen y me bajan de ese universo imaginario en el que vivía, y percibo que las cosas son diferentes...

Me insisten:

No te defiendas, de nada sirve defenderse, lo que te pase te estará bien merecido, ¿o acaso no viviste por encima de tus posibilidades? Pues ahora lo pagas. Si sientes que te perjudican, que te agreden o te quitan derechos, piensa que es por tu bien. Tú no sabes de esto, pobre ignorante. Nosotros los que mandamos, sabemos que debemos machacarte, pero todo es por tu bien.


No pienses en alternativas. Ten una cosa clara: NO LAS HAY, así que no merece la pena pensar en ellas. No preguntes por qué, ni cómo. Vótanos, y luego nos das las gracias.


Todas las reglas pueden ser saltadas, siempre que no te cojan. Y si te cogen pueden hasta indultarte tus amigos, siempre que éstos estén en el poder. Todas las leyes pueden ser reconvertidas para quitar aquello que se puso o poner de nuevo aquello que se quitó. Y de un día para otro. Leyes, Decretos-Leyes, Presupuestos, hasta se toca la Constitución si hace falta, da igual.

No se puede protestar. No te puedes indignar. Debes mantener esa dignidad que da el acatamiento, el conformismo y la sumisión. Si te atreves a pensar diferente, o a decirlo o escribirlo, se te excluirá del círculo de personas razonables y modernas, te calificaremos rápidamente como comunista, anarquista, trasnochado, perroflauta o bananero. Así que calladito y pensando como todo el mundo.

Olvídate de la moral, de la conciencia civil, de la ciudadanía, de la solidaridad, del compromiso político. Olvídate de pensar en los demás, de desear y soñar un mundo mejor. ¡Te caerán palos por todos lados! Piensa en ti y en nadie más. Si tienes un plato de habichuelas, ¿para qué quieres más? El otro que se busque las suyas, si es que quedan.

Las ideologías han muerto, eso me dicen. Están en el pasado. Pero yo creía que ideología venía de la palabra “ideales” y ésta a su vez de la palabra “idea”. Supongo que por eso me dirán que han muerto las ideologías, porque aquí de ideas, pocas.

Así que ante todo esto, me pregunto una y otra vez:

¿En qué mundo viví todos estos años? ¿En qué mundo estoy viviendo? Y lo que más me angustia... ¿qué mundo le dejaré a mis hijos?

¿Alguien puede darme respuestas?

Me llamo Fran, tengo treinta y tantos,
y soy un completo Ignorante.

martes, 17 de abril de 2012

CONTRA ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES


Días convulsos los que vivimos. La vida política y social de este país se está pareciendo a una de esas películas de acción, donde en un cuarto de hora pasan tantas cosas que apenas te da tiempo a digerirlas; el protagonista va sorteando obstáculos, sobreviviendo a explosiones, escapando de tiroteos, realizando caídas imposibles...

Querido español: en esta película el protagonista eres tú. Pero a diferencia de la ficción, en esta realidad que nos está tocando vivir, muchos están cayendo por el camino. Y por lo que se ve, muchos más caerán.

¿Qué es lo último que nos toca? Una sobrevenida crisis internacional a cuenta de la nacionalización o expropiación de las acciones de la empresa YPF por parte de Argentina. Desde nuestro querido gobierno han saltado como un resorte ante semejante agresión a los intereses españoles, reuniéndose con carácter de urgencia y compareciendo hasta dos ministros que, con nocturnidad y total alevosía, comunicaban a los españoles su disgusto y una especie de intención de tener intenciones de hacer algo al respecto.

Y yo desde mi ordenador, pensando que igual les ha venido bien a estos ministros y a su jefe, lo del tema de YPF...

¿Agresión a los intereses españoles? Claro que sí. Agredido me siento con unos recortes salvajes que me van a dejar con menos de los puesto. Agredido, porque ahora me entero que la educación es un gasto que merece ser recortado, y que mis hijos van a estudiar en peores condiciones que las que yo tuve hace treinta años; agredido, porque se acerca la declaración de la renta y veré con mis propios ojos cuánto aporto al Estado con mis impuestos, rendidos con mi TRABAJO, mientras se perdona y blanquea el capital de los poderosos, obtenido Dios sabe cómo, y que descansaba plácidamente en paraísos fiscales; agredido, porque se gobierna de cara a unos mercados que no sabemos quiénes son, pero que deben ser mucho más importantes que nosotros para nuestros gobernantes...

No amigos, el enemigo no está fuera de casa. Al margen de lo correcto o incorrecto de la acción protagonizada por el gobierno argentino, decisión llena de matices y puntos a tener en cuenta, no seré yo quien se ponga detrás de este gobierno enarbolando la bandera de la España unida y patriótica. No para defender a una multinacional que cuenta con cierto capital español, evade impuestos en paraísos fiscales, pasa del medio ambiente en los países que explota, además de que sinceramente no sé en qué me va a perjudicar a mí, ignorante españolito de a pie, que YPF pertenezca a partir de ahora al estado argentino en vez de a unos cuantos poderosos españoles. Sí tengo muy claro lo que me perjudica todo lo anterior, y ante eso y mucho más estaré dispuesto a luchar con lo que pueda. Yo ya tengo claro quién es mi enemigo, y quién perjudica mis intereses: aquel que me agrede un día sí y otro también, y que pone en verdadero compromiso el presente y futuro de mis hijos.